Érase una vez dos amigas que paseaban por un prado charlando de sus cosas y sus planes a futuro. Una de ellas, gran amante de los animales, vió un gato y avisó a la otra!
– mira, pobre gato! Seguro que está abandonado. Vamos a cogerlo y a llevarlo a casa.
– ese gato tiene toda la pinta de ser de alguien que vive por aquí! No ves lo gordito y cuidado que está!
– pero no lleva collar…!
A los pocos días, volvieron a pasear y esta vez vieron un perro:
– este sí que está abandonado, mira la carita de hambre que tiene, tienes algo para darle de comer y llevármelo a casa?
– yo no tengo tan claro que este perro «no sea de nadie»!
– pero no tiene collar!
Otro día más, saliendo a pasear, vieron a otro gato,
– mira, otro gato abandonado….
– un día fue un perro y el anterior, un gato! Tu siempre ves animales abandonados por todas partes! El día menos pensado me va a llamar la policía diciéndome que te han detenido por robar-secuestrar animales «abandonados»!
– pero, pero…. No tiene collar! Es que la gente es muy mala y abandona los animales porque les dan problemas…..! Yo los quiero ayudar…!
Como siempre estaban igual, decidieron acudir a amigo, le contaron lo sucedido y le invitaron a pasear ese día con ellas pero ese día no había ni perros, ni gatos «abandonados»…. Cuando ya llevaban un rato paseando, el amigo invitado dijo:
– mirar! Una lagartija abandonada y sin correa! Nos la llevamos a casa y le damos de comer?
Este «relato-cuento» es mi historia adaptada de una situación real que vivieron unas amigas mías. La lagartija sin correa, simplemente una broma – gracia que le gastamos a una de ellas por su predisposición o necesidad imperiosa de ayudar a todos los animales del mundo, que por un lado está muy bien pero por otro, consideramos excesivo!